Por Liz Damaris Vicente Berríos
La vida muchas veces nos presenta retos y caminos difíciles, y a veces los obstáculos nos pueden hacer dudar si vale la pena seguir adelante. Sin embargo, Dios nos llama a perseverar y a recordar que cada paso, por pequeño que parezca, nos acerca a Su propósito para nosotros.
En Gálatas 6:9 se nos anima con estas palabras: “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.” Este versículo nos recuerda que los frutos de nuestros esfuerzos llegan con el tiempo y que debemos ser constantes, sin perder la esperanza.
La perseverancia es la fuerza para continuar, aun cuando los resultados no sean inmediatos. Santiago 1:12 dice: “Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba; porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.”
Dios nos promete recompensas eternas cuando enfrentamos nuestras pruebas con valentía y confianza en Él.
A veces, en nuestra caminata, el progreso puede parecer lento o insignificante, pero cada paso cuenta. Como dice el Salmo 37:23-24, “Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, y Él aprueba su camino. Cuando caiga, no quedará derribado, porque el Señor sostiene su mano.” Dios está con nosotros en cada paso, incluso en los tropiezos, y nos levanta para seguir avanzando.
Perseverar es confiar en que Dios nos guía en cada etapa, sabiendo que Él tiene un propósito para cada esfuerzo.
Que podamos recordar que nuestra fortaleza viene de Él y que, paso a paso, Su amor y Su gracia nos ayudarán a alcanzar aquello que ha preparado para nosotros.
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